La satisfacción de las personas que han luchado de forma desinteresada durante todo este tiempo es enorme, puesto que saben en “sus carnes” lo que han tenido que sufrir. Para “La Plataforma”, el triunfo es lo más importante pero, aunque en un segundo plano, el colectivo también quiere defender su versión de lo ocurrido y rechazar las versiones que han recibido el foco mediático, que parten, o bien de personas y entidades que desconocen lo ocurrido, o bien (como el caso del alcalde de Villar de Cañas o el anterior) solo ven en la tierra, un “decorado” para conseguir ingresos rápidos, sin preocuparse de las consecuencias y por ello han faltado a la verdad desde que se postularon para albergar el ATC (y siguen haciéndolo) e intentan confundir a la opinión pública.
Muchas mentiras se han contado desde el entorno de los promotores del ATC, que con el paso de los años, se han demostrado falsos: como la creación de entre 400 y 1.000 puestos de trabajo (Enresa solo reconoce 75 en su mayoría de la plantilla actual que trabaja en su sede de Madrid). También se ha dicho que las inversiones millonarias serían un revulsivo para la comarca, cuando el único almacén de residuos radiactivos existente en el Reino de España, no ha sido más que un tremendo hándicap para la Comarca de Hornachuelos. Por otro lado se han difundido numerosas noticias falsas, como que todos los residuos nucleares se transportaban a Francia y que el Reino de España pagaba altas sumas por ello, por poner algunos ejemplos.
El actual y el anterior alcalde de Villar de Cañas, son los principales responsables de poner en riesgo los modos de vida de toda una comarca, movidos exclusivamente por intereses personales (el ayuntamiento de Villar de Cañas recibiría de Enresa 2,4 millones de Euros). Por eso, la «pose» del actual edil de Villa de Cañas, de aparecer ante la opinión pública como víctima, no se corresponde con la realidad. Por lo que tampoco entiende el apoyo institucional que recibirá desde la Diputación y la Junta de Comunidades de CLM. Por el contrario, su actitud durante estos 14 años, solo merece el reproche social más severo.
En «La Plataforma» lo tienen claro: no es comparable un pequeño grupo de personas relacionados con el actual y el anterior alcalde de Villar de Cañas, que buscan su enriquecimiento personal y que no han sido capaces de organizar ni un solo acto de movilización en 14 años, frente al clamor popular de toda una comarca, aglutinado en una plataforma compuesta por 49 entidades de todo tipo, y cientos de vecinas y vecinos, permanentemente movilizadas por la defensa de su tierra, en la que tienen fuertemente asentadas sus raíces.
Los comienzos de la Plataforma
El 13 de febrero de 2010, mediante un acto en Villarejo de Fuentes, se crea la Plataforma Contra el Cementerio Nuclear en Cuenca. El referente en esos momentos, era la Plataforma homónima de Guadalajara. De la misma manera que la organización alcarreña, en Cuenca se pretendió desde un principio aglutinar toda la representación social y política. Por ello el embrión, que en un principio, lo constituyeron CC.OO-Cuenca y Ecologistas en Acción, se empeñó en tejer redes y conseguir confianza en colectivos absolutamente dispares. Así en la Plataforma están ASAJA y CGT, por poner dos organizaciones con ideologías alejadas.
Se pudo llegar a un acuerdo de mínimos, plasmado en un manifiesto, gracias a la generosidad de colectivos y personas que fueron capaces de dejar atrás sus diferencias y sus intereses.
También hubo un importante empeño en que el PP y la CEOE-CEPYME-Cuenca se incorporaran a la plataforma (En Guadalajara formaban parte del núcleo duro de su plataforma). Pero no fue posible, siendo estas las únicas organizaciones significativas que se quedaron fuera de “La Plataforma” por voluntad propia.
“La Plataforma” poco a poco se fue haciendo antinuclear, por más por convicción al comprobar las maniobras y mentiras del lobby pronuclear y más concretamente, los promotores del basurero nuclear.
Ayuntamientos dignos que no se han “vendido”.
La empresa pública responsable de la gestión de los residuos radiactivos y nucleares (ENRESA) visitó a las poblaciones cercanas a Villar de Cañas para ofrecerles dinero, con la clara intención de comprar voluntades. Solo las localidades de El Hito y Alconchel de la Estrella, sus ediles son todo un ejemplo y los auténticos “héroes” de esta “epopeya”.
Pero esos ayuntamientos que rechazaron ese dinero, se ven en inferioridad de condiciones con respecto al resto. Así Tomas Borona, alcalde de Alconchel de la Estrella, no concibe que, rechazando el dinero de ENRESA, no se les compense de alguna manera, como sí ocurre con otros alcaldes que sí recibieron el dinero y, lo que es más sangrante, Villar de Cañas.
Para Tomás Borona, alcalde de Alconchel de la Estrella ha declarado esta mañana en rueda de prensa que, “hemos sido coherentes y hemos renunciado al dinero envenenado que nos quería regalar ENRESA. Ahora que no se va a hacer el ATC, nos gustaría saber si se nos va a compensar por la pérdida de ingresos (como parece que va a recibir Villar de Cañas), qué han hecho los ayuntamientos con ese dinero o si lo van a devolver. Todo lo relacionado con el cementerio nuclear ha estado plagado de chanchullos y opacidad”.
Empresas y autónomos perjudicados
Desde que la sombra del cementerio nuclear ocupó toda la comarca, los problemas económicos y sociales empezaron a ocupar las calles de los pequeños pueblos. Las viviendas empezaron a verse adornadas por carteles de “se vende”, especialmente en Casalonga, una urbanización de Villar de Cañas.
Las empresas y autónomos posicionados en contra del cementerio nuclear, han perdido clientela al ser señalados por el alcalde y a secretaria del ayuntamiento de Villar de Cañas. Además un conflicto de este calibre, interfiere de forma muy negativa en la convivencia, familiares y amigos antes unidos, se ven enfrentados. También sectores como del comercio, el turismo de naturaleza y los productos agroalimentarios ecológicos se han resentido, entrando en un largo periodo de incertidumbre, ante la posibilidad de ver dañada la imagen de sus productos.
Ya ocurrió en Francia al tener que cambiar el nombre de la D.O. Côteaux du Tricastin de vinos ante la proximidad de una central nuclear con problemas. Para “La Plataforma” la imagen de toda una comarca y sus productos ha estado en grave riesgo.