Dos historias del agua: algo bueno para las plantas

 Juan:

Todos los restos de las cuadras y las pocilgas los cargamos en la carreta y los llevamos al campo. Algunas veces a las oliveras de mi abuelo y otras veces a la huerta de mi tío Roque. Dicen que es bueno para las plantas, pero primero tiene que estar un tiempo descansando, en un montón que hacemos a la sombra de un pino gordo, hasta que la basura está madura para poder usarla. Entonces ya no huele mal y no me importa cargar los capazos para extenderla bajo los árboles.

árbol basura

Paola:

Esta mañana me ha levantado temprano y, después de desayunar rápidamente, hemos montado de nuevo en nuestras bicis. Hoy también nos ha acompañado Olga, mi amiga del pueblo. Por un camino hemos llegado hasta la granja de los cerdos. Sabemos que es una granja porque lo ha dicho mi madre y por el olor que había allí también, que ya parece que lo tengo incrustado en la nariz. Pero a Olga y a mí, al principio, nos parecía más una fábrica. Cuando estábamos allí, ha aparecido Joaquín en un tractor. Joaquín es un vecino de nuestra calle que trabaja en la granja. Llevaba puesto un mono azul y unas botas altas de agua muy sucias.

Se ha acercado a saludar y hemos aprovechado para preguntarle. Nos ha dicho que en esa granja se crían cada año miles de cerdos que producen millones de litros de purines. Muchos más cerdos de los que se necesitarían para darle de comer a la gente del pueblo, aunque solo comiésemos salchichones y morcillas. Le he dicho a Joaquín que estamos criando aquí los cerdos de otra gente, pero sus olores y sus purines nos los quedamos nosotros. Él se ha reído y ha dicho que sí, que eso era verdad, pero que el negocio funciona así. Yo no le veo la gracia.

Tractor purines