El activismo es el sistema inmunitario del planeta
 
Tomando una taza de té somalí en una luminosa mañana de mayo, al amor de la radio, escuché en Radio 3 (una de las pocas que aún apuesta por contenidos apartados del mainstream) esta acertadísima cita: "El activismo es el sistema inmunitario del planeta", cuyo autor no fui capaz de retener. Esta pedrada, directa a la cabeza, me abrió la brecha de la que brota este artículo en favor del activismo, del paso a la acción directa. 
 
En la era de lo digital y las redes sociales, cajas de resonancia, diseñadas para que recibamos un feedback complaciente y acrítico, se impone el activismo de click, de likes, de emoticonos, de donaciones tipo cepillo digital, siendo fácil caer en la engañosa trampa de la inacción por autocomplacencia. Ante hechos abrumadores y acuciantes, nos lanzamos prestos a demostrar vía facebook, whatsapp u otra de las innumerables redes sociales nuestro desagrado, poniendo incluso un montón de emoticonos rojos de ira que expelen humo por los orificios nasales. Si con esta, sin duda eficacísima respuesta, no conseguimos aplacar el gusanillo que nos roe las entrañas, hacemos un bizum a cualquier ONG con activistas profesionales, para terminar de adormecer nuestra conciencia. Ya está, yo ya he hecho algo, hasta la siguiente noticia que nos estalla en la cara, y otra vez el puto gusano royendo. 
 
Es necesario, urgente, trascender esos marcos de "acción" y pasar a la acción directa real, poner los cuerpos, tomar los espacios públicos, mostrarnos y exponernos. Ningún cambio real va a salir del activismo digital sin el necesario acompañamiento del físico, el trabajo grupal cercano, las asambleas, las manifestaciones, sabotajes, boicots, cursos, conferencias, convivencias... Del contacto, el debate, y la acción decidida  surgirá el crecimiento y la confianza necesaria para acometer la titánica tarea, nada grata, de intentar frenar este tren que se dirige en alocada carrera hacia el abismo. 
 
El tiempo es YA. 
 
DECRECIMIENTO O BARBARIE.