Incarlopsa o como barrer debajo de la alfombra

 

Los que siempre hemos luchado por cuestiones medioambientales asistimos sorprendidos a la usurpación de nuestro lenguaje y vocabulario por parte de esta nueva ola de capitalistas que son los mismos que nos han llevado a la situación de desastre medioambiental en que nos encontramos, y que, lejos de cambiar sus prácticas (acción totalmente contraria a la maximización de beneficios que persiguen), se limitan a invertir ingentes cantidades de dinero en campañas de imagen que invaden todos los medios de información afines. Campañas destinadas a realizar un lavado verde , obtención de certificados de bienestar animal por parte de instituciones financiadas por ellas mismas, certificados de huella de carbono cero, de aplicación de prácticas de economía circular y un largo etcétera destinado a convencer a quién ya esté predispuesto de las bondades de una práctica cuya motivación última es la obtención de dominio empresarial y poder económico y que lleva aparejada una crueldad animal difícil de digerir sin altas dosis de insensibilidad o mentira.

Naturalmente, la brutalidad de este hecho requiere también de altas dosis de maquillaje: Contribución al empleo.

Fijación de población Bienestar animal

Contribución a causas sociales.

En esta línea se sitúa una de las empresas locales más significadas. Ya no podemos hablar de Incarlopsa como de una empresa únicamente, sino como prácticamente de un grupo empresarial muy potente y con tentáculos que pretenden abarcar todo el proceso productivo del sector del que son uno de los líderes, el porcino. Ahora tenemos “Granja belinchón”, tenemos “greenpork”, tenemos “Icpor” y un largo etcétera, tiene un brazo integrador con muchos músculos y ha tenido un crecimiento sostenido en los últimos años, en parte también gracias a la obtención de un trato más que preferencial por parte del gobierno de García Page. Esta empresa sólita se llevó en 2015 el 9,5 % de las ayudas de fomento de la calidad alimentaria.

Pero la hemeroteca es muy tozuda, y está empresa que ahora se jacta de ser puntera en sostenibilidad, bienestar animal lleva años escondiendo lo que barre por debajo de la alfombra.

Nos retrotraemos al 2018 cuando los veterinarios inspectores de Castilla-La-Mancha denunciaron prácticas de maltrato animal en los mataderos de Incarlopsa y fueron represaliados por la junta de comunidades bajo presión de dicha empresa. Esta es nuestra empresa puntera en bienestar animal, es la que tiene estos cadáveres escondidos en el armario.

Estamos hablando de la misma empresa “verde”, preocupada por la región y por el bienestar de los vecinos, que no ha dudado en demandar al ayuntamientoto de Cenizate por ponerle trabas en representación legítima de sus vecinos. Empresa que se jacta de una gestión modélica de sus deyecciones en las granjas que integra y por las que es abastecido.

Pero, no nos engañemos, aquí, lo único que importa es la cuenta de resultados y los balances de final de año, obtenidos a costa de pueblos, de gente, de sus aguas. A costa de inundar los paisajes antaño rurales con estructuras de fabricación de carne y destrucción de vida. A costa de que un hedor insoportable invada todos los rincones. A costa de comprar voluntades.

 

Esta es la Incarlopsa que conocemos, y no la de los cerditos rosa de cuento que nos muestran en su publicidad. Por eso reclamamos que estas industrias dejen de canibalizar nuestro país.