Pulso a la globalización alimentaria desde la agroecología

 

Desde el pasado mes de septiembre, India vive la que probablemente sea la mayor movilización de la historia, con más de 250 millones de personas en huelga. Los campesinos, amenazados por las leyes que el gobierno indio está imponiendo para favorecer la entrada en el país de los gigantes agrícolas transnacionales, se han alzado para luchar por la supervivencia de su modo de vida.

Y es que, a nivel global, nuestra época está siendo escenario del avance de un modelo agrícola que se caracteriza por un rosario de atentados contra la dignidad humana y la supervivencia de los ecosistemas:

· El uso de organismos modificados genéticamente, en concreto transgénicos, el registro de propiedad de los medios de reproducción y el cobro de royalties por su utilización, lo que implica en la práctica la imposibilidad por parte de los campesinos de trasmitir, mejorar y compartir sus propias cosechas, la alteración de la diversidad genética de los cultivos tradicionales y la expulsión del mercado de los campesinos con pocos recursos económicos.

· El uso masivo de medios de producción totalmente dependientes del petróleo, y por consiguiente generadores de calentamiento global, y muy tóxicos para los seres vivos, incluido el ser humano.

· La pérdida de una enorme proporción de la biodiversidad agrícola que ha costado a la humanidad decenas de miles de años conseguir.

· La concentración de las tierras y de los recursos necesarios para la agricultura en unas pocas manos, desposeyendo por enésima vez al campesinado.

· La deforestación de bosques vírgenes, el regadío de zonas áridas, etc. En suma, la explotación de los ecosistemas más allá de sus posibilidades de regeneración.

· La generalización de un modelo alimentario aberrante que no cubre las necesidades nutricionales de nuestro organismo y nos genera enfermedades.

· La especulación con los alimentos, con el único objetivo de conseguir más rendimiento económico, indiferente a la realidad de los 860 millones de personas que sufren hambre en el mundo.

Vivimos tan inmersos en este perverso sistema agroalimentario, que no somos conscientes de hasta qué punto nuestra forma de alimentarnos está afectando a nuestros cuerpos, a los ciclos naturales y a la posibilidad de una vida digna en el medio rural.

Si seguimos comprando nuestra comida en grandes superficies, si solo buscamos los mejores precios sin importarnos la procedencia ni el método de producción, si no prestamos importancia a los productores locales ni a los que se preocupan por el respeto a la tierra, si en nuestra dieta la carne y los alimentos kilométricos tienen mucho peso…. También somos responsables del problema.

Ante esta situación podemos tomar una postura activa, que promueva el cambio:

· Busca abastecerte de productores de cercanía, que no utilicen agroquímicos y que no fuercen los ciclos naturales.

· Es más fácil a través de grupos de consumo ecológico (hay uno en nuestra comarca).

· También existen proyectos de venta y restauración que adquieren sus productos directamente a campesinos locales y/o ecológicos, favoreciendo la difusión de sus productos y, por tanto, ayudando en la consecución de una renta digna, y facilitando el

acceso a una alimentación sana y respetuosa con el medio. Ya hay experiencias en La Manchuela.

· Si tienes una huerta o tierra de cultivo, colabora en la reproducción de semillas de variedades autóctonas, y adopta medidas agroambientales: la naturaleza está siempre de nuestro lado.

· Conoce la lucha campesina: colabora, actívate, comparte.

Por una soberanía alimentaria, ¡AGROECOLOGÍA YA!