Tercer año de “Huerto Hurmano” en Casas Ibáñez

fomentando los productos de temporada y proximidad desde el ámbito comunitario, en Casas Ibáñez.

 

La idea de realizar un proyecto de huertos comunitarios surgió a partir de un encuentro abierto de ACEM-Ecologistas en Acción, en octubre de 2020, donde se planteaba una planificación más formal para la asociación y la creación de un espacio de comunicación entre personas afines que quisieran poner en marcha iniciativas relacionadas con el medio ambiente.

A partir de unas dinámicas se crearon varias propuestas; una de ellas la de huertos comunitarios, integrada por tres componentes: dos personas que querían desarrollar un proyecto de huertos en Casas Ibáñez y una de apoyo (uno de los promotores del Huerto Comunitario de Villamalea).

El grupo empezó a dar difusión para su creación en enero de 2021. Desde el comienzo se pretendía hacer las cosas con calma, respetando los tiempos y favoreciendo el compromiso de realizarlo mediante la participación de las personas que se fueran sumando.

La publicidad para formar el grupo motor fue el “boca-oído-boca”, la pega de carteles y el reparto de panfletos en algunos bares y en Servicios Sociales Municipales. Esta tarea se desarrolló a lo largo de 4-5 días. A partir de entonces la gente interesada fue contactando con las personas que formaban parte del grupo. No teníamos nada planificado, solamente la intención de cultivar una huerta ecológica. 

Conforme la gente se iba sumando observábamos que cada persona tiene una motivación para la participación. Desde el comienzo nos planteábamos que era importante definir unas características que fueran la base del proyecto, para lograr unos acuerdos mínimos comunes a partir de los cuales poder funcionar y darle difusión:

  • Que fuera “URBANO”. Traducido de los movimientos urbanitas que estaban surgiendo en ese momento significaría en nuestro ámbito que estuviera dentro del municipio o que se pudiera ir andando por la cercanía.
  • Que fuera ECOLÓGICO. Debido a las motivaciones que movieron el proyecto desde el principio, al desarrollo del proyecto a favor de la vida y a la necesidad de practicar la ecología en un contexto en el que cada vez más se apuesta por un mundo rural sostenible.
  • Que fuera ACCESIBLE. Solventando las dificultades que impidan la participación. Como que se pueda ir andando, la creación de un espacio donde se puede practicar el apoyo mutuo, que la aportación económica fuera la mínima para poder comenzar y que estuviera abierto a cualquier persona, organización o grupo.

A raíz de las consecuencias que ha tenido el COVID-19 en la sociedad se veía todavía más necesario el realizar un grupo con estas características; debido al aislamiento social (que ya es bastante), a las limitaciones para el ocio y a la inquietud por un futuro incierto. Por tanto, la generación y desarrollo del grupo tuvo su base a partir del apoyo mutuo de las personas participantes y de su entorno desde el ámbito comunitario.

Así surgieron tres propuestas a raíz de la comunicación de las participantes con el entorno para elegir el terreno. La elegida fue la antiguamente llamada “Huerta de Los Nicolases”, propiedad de Cándido y Angelines y herencia de la abuela Cándida de Los Nicolases, que amablemente cedieron el terreno a cambio de productos cultivados en la huerta. 

En el año 2022 creamos la asociación “Huerto Hurmano” con el fin de dotarnos de una figura formal que facilitara el contacto y la participación en el momento que se requiera.

A lo largo de su funcionamiento nos hemos relacionado con diversas organizaciones y personas. Así, para su comienzo visitamos el Huerto Comunitario de Villamalea para conocer el proceso de cómo se había creado en ese municipio. Más adelante, dos personas integrantes de ACEM-Ecologistas en Acción participaron realizando charlas y encuentros; Al inicio se realizó una charla en el huerto sobre la composición y estructura de la tierra, que facilitó el cómo se preparaba el terreno y qué era lo más idóneo desarrollar. Más adelante otra de las componentes nos enseñaba las variedades autóctonas en la Manchuela y nos brindaba la oportunidad de visitar algunas experiencias desarrolladas en Valdeganga (El Llanero Solidario), Cubas y El Herrumblar, además de realizar un encuentro para el intercambio de semillas en la Venta de Contreras.

Paralelamente el aprendizaje también se desarrollaba a partir de la comunicación de las personas participantes con otras que entendían sobre la huerta tradicional de nuestra zona.

Conforme el grupo iba adquiriendo forma y conocimientos, algunas personas se mostraban interesadas en conocer qué es lo que estábamos haciendo; generando un espacio para el encuentro y disfrute de la huerta. Así, a raíz de la participación en 2021 de uno de los monitores del verano infantil en el huerto se desarrollaron actividades de tres cursos, hecho que también ha tenido lugar en este año.

Además del Verano Infantil, también vinieron a visitarnos participantes del Grupo AMIAB (personas con diversidad funcional) residentes en la zona, con las que disfrutamos de una tarde de sol y aprendizaje sobre cómo cultivar tus propios alimentos, prestando atención a las necesidades básicas y factores que condicionaban su crecimiento; como las estaciones y los cambios que se producen a lo largo del tiempo.

Con el fin de motivar a la creación de iniciativas parecidas, participamos exponiendo nuestra experiencia realizando un taller denominado “Huertos Comunitarios de La Manchuela” en la Feria del Clima 2022 celebrada en Iniesta, junto con un miembro de ACEM. El taller trataba de una discusión práctica que solventara las dudas que giran en torno a la creación de los huertos comunitarios, atendiendo los casos particulares de personas que querían llevar a cabo proyectos similares en Iniesta y Motilla del Palancar.

Uno de los temas centrales que más se valoran en el grupo es el Aprendizaje. Dice la gente de campo que “el agricultor” no para de aprender y que conforme pasa el tiempo se aprenden cosas nuevas. Es por ello, por lo que el funcionamiento del grupo y de la práctica hortícola se sustenta en un conocimiento colectivo basado en el ensayo y error que permite adquirir unos saberes en torno a la huerta y su dinámica, derrumbando mitos y reafirmando lo que nos habían contado.

Dicho esto, puesto que las parcelas son limitadas, es necesario observar las demás con la intención de aprender sobre qué problemas pueden sucederse al cultivar determinadas variedades y el éxito de otras técnicas de cultivo distintas a las propias. Todo esto prestando atención a las características climatológicas, fenómenos meteorológicos, calendarios, etc. Algunas de estas variedades que se han cultivado han sido: judías de varios tipos, melón del terreno, tomates (del terreno, de Lietor, Cherry, Corazón de Buey, del Perelló, etc.), pepinos (del terreno e híbridos), ajos, cebollas, lechugas, acelgas, patatas, calabazas, calabacines, congrio, pimientos (rojos, ñoras, picantes, italianos, etc.), berenjenas, habas, girasoles, etc. Además de aromáticas, beneficiosas para el huerto, como alábega, romero, salvia, caléndulas, lavanda, zinnias, tajetes, etc.

Como vemos, existe una gran variedad de cultivos. Una de las cosas que hemos aprendido es que hay plantas que se benefician las unas a las otras; como los ajos que desinfectan la tierra de bacterias para sembrar después otro cultivo más sensible a ellas, algunas aromáticas como la albahaca (control de plagas) o la milpa (combinación precolombina de maíz, calabaza y judía).

Al igual que existen diferencias en los cultivos, también las hay en los perfiles que componemos el huerto, algo que nos beneficia al poder solventar situaciones que individualmente no podríamos. Además del aspecto intergeneracional (hay menores de edad, jóvenes adultos y no tan jóvenes y personas jubiladas), compartir nuestras capacidades con las demás personas, además de crear un sentimiento de utilidad, hace posible la participación (hay parcelas compartidas) y el desarrollo de nuevas actividades.

Este año el huerto se ha ampliado de 14 parcelas a 18, teniendo una extensión aproximada de 1000 metros cuadrados. El grupo lo formamos 21 participantes. Además, hay personas que, no pudiendo participar en el cultivo, nos apoyan en algunas tareas específicas del huerto, desde el ámbito asociativo o realizándonos una visita.

El sentimiento de formar parte de este proyecto es positivo por parte de todas las personas participantes. En las asambleas se han propuesto gran cantidad de actividades complementarias que nos gustaría desarrollar. Algunas han podido realizarse y otras no, como terminar de construir la caseta de los aperos o de un gallinero. Pero, como en la huerta, no se puede ir con prisas. Cuando empezamos con dos personas, y sin ninguna expectativa, no creímos que se fuera a sumar tanta gente. Poco a poco hemos visto como el grupo crece en número y en calidad, fruto de la comunicación, el apoyo mutuo y la participación. 

Salud y buenos alimentos,

Asociación “Huerto Humano”

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