Los anfibios son el grupo de vertebrados más amenazado. Conocer el estado de sus poblaciones es vital para identificar la situación real de cada especie y para poder valorar su evolución con el tiempo y los efectos que sobre ellas tiene las eventuales actuaciones humanas que se realizasen.
El método utilizado para conocer las poblaciones de un ser vivo es el muestreo, una herramienta estadística que va a permitir hacer una estima de las poblaciones totales en un territorio en base a la determinación de la cantidad de individuos que ocupan un espacio determinado.
Al contrario de lo que ocurre con la mayoría de los otros grupos de vertebrados, muestrear la población de muchas de las especies de anfibios (la mayoría de las que viven en La Manchuela) es un procedimiento sujeto a porcentajes de error muy pequeños como consecuencia de trasladar los datos medidos a la población en general. Esto se debe a la necesidad biológica de utilizar cuerpos de agua para la reproducción, que sucede además en momentos concretos del año. Elegidos adecuadamente los puntos de agua donde realizar los muestreos y haciendo las prospecciones en el momento preciso (que suele ser tras las lluvias primaverales y otoñales), la fiabilidad del procedimiento será muy alta.
A continuación, se detalla la metodología a emplear para el muestreo de puntos de agua con el fin de caracterizar labatracofauna que albergan tanto cualitativa como cuantitativamente.
Lo primero que debemos hacer es identificar el punto de agua que hemos elegido para muestrear. Esta elección se basará en el conocimiento previo de utilización de ese lugar por parte de los anfibios para la reproducción. También pueden (y deben) muestrearse masas de agua para las que no tengamos datos previos, pero de los que sospechemos que puedan servir de puntos de reproducción para anfibios.
Los datos generales que vamos a recabar del punto de agua serán:
Denominación con la que se conoce al punto de agua, por ejemplo “Fuente de Los Pumarejos”, “Charca de la Losa Honda” o “Lagunas de Campiñana”.
Nombre que se da al lugar en que se enclava el punto de agua, por ejemplo “Dehesa Boyal”.
Municipio y localidad en que se haya el paraje.
Si no se dispone de un receptor GPS,existen numerosas aplicaciones para teléfonos móviles inteligentes que permiten obtener las coordenadas de un lugar. Al pinchar sobre el lugar en que nos encontramos (poniendo una “chincheta”) nos ofrecerán directamente sus coordenadas.
Si conocemos la altitud aproximada del lugar o podemos consultarla en un mapa o aplicación (p.ej.: IGN Mapas de España), es un dato interesante, ya que las diferentes especies de anfibios se distribuyen por rangos altitudinales concretos (aunque algunas de ellas son muy adaptables).
La presencia o ausencia de anfibios está muy condicionada por la estación del año en que nos encontremos y por las condiciones meteorológicas concretas de los días anteriores y de la propia fecha en que se desarrolle el muestreo. Son, por tanto, datos importantes de registrar:
Describir cómo es el entorno en el que se sitúa el punto de agua puede resultar muy interesante para acabar conociendo los requerimientos ecológicos de los anfibios a nivel local, y para detectar eventuales acciones humanas que pudieran darse en el futuro y que afectasen a las poblaciones de anfibios.
Los datos a recabar serán de carácter descriptivo, aunque se intenta sistematizar mediante una lista de chequeo:
Hay que definir el tipo de masa de agua que estamos analizando, tanto por su tipología como por su geometría y por el estado y volumen de agua que presenta.
Para entender los requerimientos biológicos del ecosistema acuático, se registran también otros componentes vivos del mismo, que nos darán una aproximación a su calidad ambiental:
Registrar en nuestra visita a un punto del agua algunos factores físico-químicos del agua, nos permitirá a largo plazo comprender las preferencias de los anfibios en cuanto a la calidad del agua, y también vigilar las posibles afecciones que sufran estos lugares por parte de la actividad humana y los efectos que esto genera en los anfibios.
La medición de los parámetros se realizará utilizando reactivos químicos y algunos instrumentos muy sencillos:
La temperatura del agua es un factor muy relevante para los anfibios. Por un lado, está relacionada con la solubilidad de gases y sales en el agua. Una mayor temperatura disminuye la capacidad del agua para disolver gases, lo que es especialmente importante en el caso del oxígeno, ya que las larvas de los anfibios respiran el oxígeno disuelto en el agua. La temperatura variará con la estación y las condiciones meteorológicas que se estén dando, pero se ve influida por factores como el sombreamiento de la masa de agua, la presencia de sólidos en suspensión, la existencia de vertidos, etc. La temperatura se medirá con termómetro equipado con sonda sumergible.
Es una característica física del agua que nos da idea de la resistencia que opone al paso de la luz, como consecuencia de la presencia de sólidos en suspensión, por la mayor o menor cantidad de algas microscópicas o por la disolución de determinadas sales. Asimismo, los colores verdosos del agua están relacionados con la actividad fotosintética de las algas, los marrones con la presencia de sustancias orgánicas y los tonos rojizos pueden indicar la presencia de hierro en disolución. El exceso de fertilizantes en una masa de agua con poca regeneración, puede derivar en una explosión de la población de algas que, entre otros problemas, impide el paso de la luz a las capas más profundas, produciendo la muerte de las plantas sumergidas y generando una reacción en cadena por la desestabilización de los ciclos químicos en el ecosistema.
La turbidez y el color del agua nos dan una idea intuitiva de la calidad de la misma, y van a influir en la vida de los anfibios al alterar su capacidad para alimentarse y esconderse y, sobre todo, puede alterar la viabilidad de las puestas. Existen diferentes métodos para medir la turbidez del agua. Utilizaremos un disco de Secci o una columna de agua con disco en el fondo, para determinar a qué profundidad deja de ser visible el disco. La transparencia debe ser, al menos, de 25 cm, para considerar un agua apropiada para el desarrollo de los anfibios.
De forma natural, en los ecosistemas se desarrolla un ciclo del nitrógeno que permite reciclar este elemento químico esencial, que forma parte de muchas moléculas indispensables para la vida, como son las proteínas. La descomposición de los seres vivos y de los restos orgánicos pone en marcha este ciclo, ya que de ellos se desprende amoníaco. La nitrificación de éste da lugar al nitrito, muy tóxico, pero que rápidamente se oxida para convertirse en nitrato, asimilable directamente por las plantas verdes. Un río no contaminado presentará concentraciones de nitratos por debajo de 4 ppm, mientras que un agua con más de 50 ppm se considera no potable. Un exceso de masa vegetal muerta en una charca puede incrementar las concentraciones de nitritos y nitratos. Pero sucede que muchos puntos de agua se nutren de aguas superficiales o subterráneas que arrastran sedimentos o fertilizantes, incrementando muchas veces la concentración de estas sustancias y deteriorando severamente las condiciones del ecosistema. El abonado masivo de grandes superficies de terreno agrícola, utilizando abonos químicos u orgánicos, suele ser la causa de niveles de nitratos elevados en los humedales. En los últimos años se ha incrementado notablemente el uso como fertilizante de purines producidos en granjas industriales, lo que puede ocasionar incrementos muy altos de estas sales en los ecosistemas acuáticos.
La medición de la concentración de nitratos en el agua la realizaremos con un test colorimétrico: añadiendo un reactivo a una pequeña cantidad de agua, ésta virará a un color que, comparado con una tabla guía, nos permitirá estimar la concentración de nitratos.
Las larvas de los anfibios poseen branquias (visibles o protegidas, según los grupos) con la que son capaces de captar el oxígeno disuelto en el agua para respirar. Unas especies son más sensibles que otras a la falta de oxígeno disuelto, lo que les lleva a seleccionar unos hábitats en lugar de otros a la hora de reproducirse. Así, de entre los anfibios que viven en La Manchuela, puede decirse que son más sensibles los Sapillos pintojos, mientras que los Sapos corredores y los Sapillos moteados son muy tolerantes frente a la anoxia en el agua. La concentración de oxígeno disuelto en una masa de agua, especialmente en aguas estancadas, puede ser un indicador de la actividad biológica (las plantas sumergidas aportan oxígeno) y de la existencia de vertidos. Así, la llegada de determinados contaminantes al agua, puede producir una drástica disminución del oxígeno disuelto y, consecuentemente, la muerte de los animales acuáticos.
La concentración de oxígeno disuelto en el agua la determinaremos con un test colorimétrico: añadiendo unos reactivos a una pequeña cantidad de agua, ésta virará a un color que, comparado con una tabla guía, nos permitirá estimar la concentración de oxígeno disuelto. Es un test que hay que realizar in situ, ya que la disolución del gas disminuye rápidamente al aumentar la temperatura o al impedirse el intercambio de gases con la atmósfera.
El pH es un parámetro que mide el grado de acidez o alcalinidad de una disolución. El pH se mueve en un intervalo entre 0 y 14, de manera que 7 es el valor neutro, los valores por debajo de 7 son ácidos y por encimaalcalinos. Al tratarse de una escala logarítmica, cada salto de una unidad de pH, hacia arriba o hacia abajo, significa 10 veces mayor o menor acidez.
La acidez de las aguas naturales está sobre todo influenciada por la naturaleza química de las rocas por donde circula. En la comarca de La Manchuela predominan las rocas de naturaleza caliza, por lo cual las aguas suelen tener pH superior a 7, llegando a niveles incluso por encima de 8,5.
Los vertidos de aguas residuales y de productos químicos pueden alterar el pH de una masa o curso de agua hasta niveles que hagan imposible la vida de los organismos acuáticos. La lejía, por ejemplo, eleva el pH, mientras que el aguafuerte lo rebaja. Consignar el valor del pH nos servirá para vigilar la posible alteración de las aguas naturales por vertidos.
El pH se estima de manera muy sencilla por colorimetría utilizando reactivos o tiras de papel de tornasol.
La visita al punto de agua debe aprovecharse también para detectar qué amenazas se ciernen sobre las poblaciones de anfibios del lugar, tanto sobre las condiciones del agua, de la vegetación, del vaso o cauce, del entorno y sobre los propios individuos:
Problemas relacionados con las condiciones del agua: disminución del aporte de agua o caudal, vertidos, extracciones, desecación.
Problemas relacionados con el vaso o cauce: colmatación por sedimentos, invasión por la vegetación, erosión y destrucción por arrastres, canalizaciones, cementación, plastificado, etc.
Problemas relacionados con la vegetación: limpias (eliminación de la vegetación sumergida), quemas, destrucción de la vegetación de ribera, etc.
Problemas relacionados con el entorno: Transformaciones agrícolas, talas de árboles y trabajos forestales, instalación de infraestructuras, acceso de vehículos, incendios forestales, etc.
Problemas sobre los propios individuos: capturas, presencia de especies invasoras, presión ganadera, atropellos, efecto trampa, etc.
El muestreo propiamente dicho consiste en la búsqueda identificación y conteo de todos los ejemplares que se puedan hallar en el punto de agua y sus inmediaciones. Diferenciamos entre el muestreo de adultos, de puestas y el de larvas.
Muestreo de anfibios adultos
Se realiza sin captura ni manipulación de los ejemplares. Para llevarlo a cabo, se realizará un conteo de todos los ejemplares que puedan localizarse a simple vista en un recorrido alrededor o a lo largo del punto de agua. Además, realizaremos una exploración del perímetro del punto de agua, hasta una distancia aproximada de unos 20 metros, inspeccionados piedras, grietas, troncos, etc., para localizar más ejemplares. En nuestra ficha o cuaderno habrá que reflejar la cantidad de animales hallados según su estado de desarrollo (adulto, juvenil o metamórfico).
Muestreo de puestas
Las puestas de los anfibios no son, en general, difíciles de localizar e identificar, Realizaremos una inspección visual de las orillas y aguas poco profundas, prestando atención a las zonas con vegetación, para localizar las puestas. En ningún caso se manipularán. Una vez identificada las especies presentes, realizaremos, por dos veces, un conteo de la cantidad de huevos. En el caso de que uno de los conteos arroje un resultado que sea más del doble que el otro, se repetirá una vez más, tomando finalmente como dato la media de los dos conteos más similares.
Muestreo de larvas de anfibios
Va a depender mucho de la tipología del punto de agua. Por ello, lo primero que vamos a definir es el tipo de muestreo a realizar, y que puede ser:
Después de cada muestreo es imprescindible la limpieza de todo el material que haya entrado en contacto con el agua utilizando, por ejemplo, una solución de lejía.