Los anfibios son un grupo biológico especialmente sensible frente a los impactos derivados de la actividad humana, como consecuencia de la vulnerabilidad de los ecosistemas en los que viven y de las características adaptaciones que presentan. De hecho, un reciente estudio realizado por más de 60 científicos en todo el mundo arroja la dramática cifra de un 32% de especies en peligro de extinción, de entre las 5.743 especies de anfibios conocidas. De hecho, casi 300 especies han desaparecido o están a punto de hacerlo desde 1.960.
En La Manchuela las poblaciones de anfibios han sufrido una seria recesión como consecuencia de múltiples cambios relacionados con la actividad humana en esta comarca rural. Entre las causas están afectando al estado de las poblaciones de anfibios, podemos citar:
La extracción de enormes caudales de aguas subterráneas está llevando a la desaparición de fuentes y manantiales, que generaban pequeños humedales y regatos, indispensables para la supervivencia de los anfibios. También se están viendo muy disminuidos los caudales de los ríos, por la disminución de los aportes desde los acuíferos, por lo que se ven también afectadas las especies más asociadas a los ecosistemas fluviales.
La utilización masiva de productos fitosanitarios afecta de dos maneras a las poblaciones de anfibios:
Los anfibios forman parte de los ecosistemas en los que han evolucionado, desempeñando su papel en las cadenas tróficas, en las que se alimentan de multitud de pequeños animales (de larvas muchos de ellos son exclusivamente herbívoros) y son a su vez presa de depredadores de mayor tamaño o más voraces.
Sin embargo, el ser humano ha modificado las áreas de distribución natural de muchas especies, introduciéndolas en lugares alejados de su zona originaria. Algunas de estas especies exóticas muestran una sorprendente capacidad de adaptación, llegando a prosperar en las localidades alejadas en ocasiones decenas de miles de kilómetros de su región de procedencia. En estos casos se pueden llegar a convertir en un peligro para los integrantes de los ecosistemas de recepción, que pueden ver superadas sus capacidades de competición o defensa frente a las introducidas.
Son varias las enfermedades que acosan a los anfibios, si bien debe destacarse el caso de la quitridiomicosis, producida por el hongo patógeno Batrachochytrium dendrobatidis, responsable de la mayor pérdida de biodiversidad de vertebrados de la historia reciente.
La transmisión de estas enfermedades está causada generalmente por el hombre, tanto por la translocación de ejemplares entre diferentes masas de agua, como por la actuación con botas, vehículos o aparejos de pesca portadores de esporas en diferentes lugares, sin desinfectar.
El clima en La Manchuela es ya de por sí bastante extremo, con precipitaciones escasas que la sitúan al límite de la aridez. Es, por tanto, una zona especialmente vulnerable frente a los efectos del Cambio Climático, que ya se está dejando sentir, con un aumento de las temperaturas, un recrudecimiento de los fenómenos meteorológicos extremos y la marcada tendencia hacia la disminución de las precipitaciones medias.
Esta situación, que en la práctica implica la disminución de los posibles puntos de reproducción para los anfibios, así como de su periodo permanencia con agua, se torna en dramática cuando se cruza con en el ya comentado abuso en el consumo de aguas subterráneas para el riego de grandes superficies agrarias. Los dos fenómenos, conjugados, se reflejan en la drástica disminución del nivel freático y la desaparición de una enorme cantidad de fuentes, manantiales y humedales que perlaban la superficie de la comarca, convertida así en un lugar casi inhabitable para muchas especies de anfibios.