Descripción y biología
Es un sapo de gran tamaño, el mayor de los autóctonos, que en ocasiones alcanza los veinte centímetros de longitud. Posee una cabeza más larga que ancha con el hocico chato y rotundo, un cuerpo robusto y verrucoso (sus verrugas puntiagudas lo denominan), de coloración variable, encontrándose individuos casi negros, térreos, y otros muy pálidos. Sus fascinantes ojos de pupila horizontal tienen el iris de color rojo o cobrizo. Tímpano poco o nada patente. Las cuatro patas son muy robustas, con cuatro dedos en las anteriores y cinco unidos por membranas interdigitales incompletas en las posteriores, y con gran número de tubérculos.
Existe gran diferencia de tamaño entre machos, que no suelen pasar de nueve centímetros, y hembras, siendo habitualmente éstas mucho mayores, pero presentando los machos patas proporcionalmente más largas y robustas.
Su amplexo es axilar, en las zonas de cría son mucho más numerosos los machos, peleando los solitarios con los emparejados y llegando a quitarles el puesto. Algunas hembras llegan a las zonas de puesta ya emparejadas.
La hembra deposita en el agua, en zonas someras de masas de agua estables como charcas permanentes, arroyos y ríos de curso lento, largos cordones gelatinosos que contienen hasta 8.000 huevos pequeños y negros.
Los renacuajos son pequeños, negros brillantes, aunque vistos de cerca tienen un fino moteado plateado o dorado. Al igual que los del sapo corredor permanecen en grupo en las aguas someras. Abandonan el agua midiendo algo más de un centímetro, permaneciendo en las húmedas cercanías hasta que las lluvias les permiten dispersarse.